Iglesia Dispensacional Fundamentalista

Para que Cristo en todo tenga la preeminencia

Predicando la Palabra de Dios

Por todo el mundo

Trazando bien la Palabra de Verdad

2ª Timoteo 2:15

Esperando la Venida del Hijo del hombre

Mateo 24:27

Llevando a la Niñez a los Pies de Jesús

Mateo 19:14

FUNDAMENTAL

AYÚDANOS

Iglesia


En esta sección hablaremos de los pecados sexuales de una manera generalizada. Las Escrituras enseñan y educan sobre el área sexual humana, y nos corrige sobre nuestras formas de pensar al respecto. Oro al Señor que nos ayude a vencer aquellas tentaciones que nos atacan tan incesantemente. Más adelante hablaré de algunos pecados específicos.

Los deseos sexuales

La pregunta, echa en medio de la reunión, decía: “¿Por qué Dios no evita los deseos hacia otra persona?”. La sexualidad es una parte esencial del ser humano; Dios nos creó con deseo sexual y Él no eliminará aquello que creó perfecto. Lo que es realmente malo no es el deseo sexual en sí, sino la naturaleza caída que tergiversa el deseo de Dios para cada ser humano, agravándolo a lo malo y perverso.

En Génesis 3:16 Dios le dice a Eva: “Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos; y á tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti”. La última frase, “a tu marido será tu deseo”, quiere indicar que Adán desearía a Eva, y no solo que Adán dominaría a Eva. Si bien es cierto que todo es negativo, parece que esta frase le compensa su castigo ofreciéndole la protección y el amor de su esposo. Adán amaría a Eva, y ese amor le conduciría a desearla, incluso al extremo de tomar el dominio sobre ella. Pero el pecado corrompió este principio, creando el machismo y enfocando los deseos en otras personas que no son el cónyuge. El creyente, al nacer de nuevo, no ha perdido su naturaleza caída, y sus pasiones siguen siendo corrompidas. Debe comenzar a encaminar sus deseos sexuales ilícitos hacia la “muerte”, sujetándose a Cristo y acudiendo a Él cada vez que éstas emergen repentinamente.

No hay un remedio ni una forma de evitar la atracción sexual y, tampoco hay un remedio mágico para evitar el deseo sexual desenfrenado. Toda victoria sexual requiere de una lucha contra las pasiones sexuales. Fuimos creados sexuales y nuestra sexualidad es parte integral de nuestra vida; pero el pecado ha ido corrompiendo todo lo hermoso que Dios ha creado, y lo ha conducido a un estado putrefacto.

Pablo dice: “Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos á Dios en Cristo Jesús Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le obedezcáis en sus concupiscencias; Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumento de iniquidad; antes presentaos á Dios como vivos de los muertos, y vuestros miembros á Dios por instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. (Ro. 6:11-14). Debemos estar conscientes de la gravedad del pecado, y de la debilidad sexual humana. El creyente debe creer que ha muerto en Cristo y que sus pecados están en contra de la naturaleza nueva que posee en Cristo. El pecado toma dominio del cuerpo físico, y se expresa en concupiscencias. La consupiscencia es aquella pasión sexual que está contra la voluntad de Dios, y también es cualquier acto físico que violente la voluntad divina. El creyente debe acudir al Señor en oración para presentar su cuerpo al Señor, especialmente cuando tiene pasiones y deseos desenfrenados. No debe pedir que Dios le quite los deseos, porque en esencia, no está mal tener deseo sexual; debe rogar que el pecado no se manifieste sexualmente contra la voluntad de Dios, y rogar que Él le de el control sobre sus pasiones.

La lucha contra las pasiones empieza reconociendo que las tenemos, que son parte de nuestra vida y que debemos tomar el control sobre ellas en el Nombre de Cristo.

Cuando Dios creó al hombre, le bendijo con la sexualidad (Gn. 1:28), no solo como un medio de procreación, sino como un medio de placer mutuo dentro del plan perfecto de Dios. Así, lo primero que debe reconocer, es que el sexo no es malo, sino que Dios lo creó como parte de sus bendiciones para sus criaturas inteligentes. Incluso, en Génesis 2:25 se da por sentado que la desnudez en la pareja recién creada estaba libre de morbo, de pecado y de malicia.

El pecado distorcionó y arruinó toda aquella hermosa creación, y el ser humano, con morbo, vergüenza y deshonra, intentaron cubrirse con hojas de higuera (Gn 3:7). ¿Se escondía Dios de la desnudez de Adán y Eva? Dios no, porque Él los había creado, pero Adán y Eva se escondía de Dios con vergüenza, porque habían pecado. Su sexualidad fue la principal fuente afectada con el pecado.

Si realmente creemos que la Biblia es la verdad, entonces comenzaremos a cambiar nuestras vidas en fundamento de las Escrituras.

Las luchas sexuales

Estoy completamente seguro que el 100% de los creyentes menores de 29 años pasan graves tentaciones sexuales. Los mayores logran soportarlas (u ocultarlas) por el matrimonio, o por pura voluntad. Pero la tentación sexual está siempre presente, y el deseo sexual es cada vez más sensible ante las muchas tentaciones. Algunos creen que los pastores estamos libres de tentaciones sexuales; sin embargo, la verdad es que nadie en el mundo está libre de las pasiones sexuales.

La lucha de las pasiones sexuales se ve en todas direcciones y en todos los sexos. La atracción y perversión sexual es tal, que los países se ven obligados en poner leyes contra todas las actividades sexuales ilícitas, con el propósito de disminuir un poco este mal. El mundo, sin Dios, está corrompido. De eso estamos seguros. Pero, ¿y la iglesia del Señor?

Nuestras iglesias predican y enseñan la santidad, pero tenemos entre nuestros miembros madres solteras, divorciados, padres solteros con pensión alimenticia, infieles, adictos a la pornografía, homosexuales latentes y un sin fín de problemas que, como pastores, en ocasiones no sabemos como actuar. ¿Es por que hemos fallado? ¿Es por que ya no hay cristianos?

La razón es que existe una lucha sexual real, pero nadie ha sido preparado para enfrentarla. Cuantas veces no hemos tenido un gran dolor al ver al líder de jóvenes, o a un anciano de la iglesia, caído en pecado sexual. “Tan bien que lo veíamos”, decimos con cierta tristeza.

La lucha sexual es tan real como la misma vida, pero es tan secreta como el corazón. Por eso, el Señor dijo que “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso”, porque es el lugar donde nadie, mas que Dios y la persona, puede saber que sucede realmente.

El internet es una fuente de exitación sexual privada. Según el periódico la Nación, el 80% de los jóvenes dedican horas al chat, y casi el 100% de esos 80% han enviado fotos propias desnudos a otras personas desconocidas. El morbo, el deseo sexual perverso y las inclinaciones sexuales son una realidad en nuestra sociedad. Los cristianos debemos aceptar que dentro de nuestras iglesias hay personas que sufren una tremenda lucha contra el sexo y la pornografía.

La lucha sexual aparece de diferentes maneras, entre las cuales cada individuo encuentra su mayor debilidad. Quienes son “santulones”, siempre sienten que se han perdido de una gran oportunidad de experimentar el sexo si hubieran tenido el coraje de hacer realidad sus fantasías. Otros, menos santulones, viven pendientes de cualquier actividad secreta sexual que les ayude a confortar su debilidad.

La lucha sexual no es exclusiva de los solteros y jóvenes. El deseo sexual es una realidad para todas las personas; el matrimonio no asegura que el individuo terminará su lucha sexual, y la vejez no garantiza la supresión total de todas las pasiones. Las infidelidades comprueban el problema de la lucha sexual, y el abuso sexual refleja las pasiones a edades avanzadas. No debemos caer en el error de que existen creyentes sin tentaciones y que, si un creyente peca, es porque era extremadamente malo. Debemos considerar que son humanos pecadores como nosotros lo somos también (Gá. 6:1-2).

La castidad y la fidelidad son los únicos parámetros divinos para una vida sexualmente satisfactoria. El mundo quiere hacernos creer que no existen personas castas ni cónyuges fieles. Pero la realidad es otra. Aunque el mundo rechace la castidad y la fidelidad conyugal, la Biblia la enseña firmemente.

Dios dio los deseos sexuales con un propósito muy específico: la unión sexual matrimonial. Fuera del matrimonio cualquier actividad sexual es pecado. La Escritura enseña que si una persona tiene fuertes deseos sexuales, es porque está diseñado para estar casado, y por ello, debe orar al Señor que le provea de una esposa (1ª Cor. 7:9; cf. Mt. 19:12).

Las Presiones Personales

Entre todas las luchas sexuales que podemos enfrentar, existe el lado externo de la tentación. Si somos tentados sexualmente, es porque de nuestras propias pasiones somos atraídos y seducidos para cometer el acto sexual prohibido (Stg. 1:13-15). La tentación es externa, pero la pasión es interna.

Las tentaciones externas pueden ser impersonales o personales. Las impersonales regularmente son fotografías, pornografía, prendas o diferentes fuentes similares. Estas tentaciones regularmente terminan en actos privados de masturbación, y no es la norma que algunos terminen exhibiéndose o abusando de menores. La tentación externa personal es la que se produce con otra persona. Ésta es, quizá, la más peligrosa, porque no solamente provee del juego sexual ilícito, sino que da la oportunidad a que se practique aquella fantasía sexual.

Desde las miradas, expresiones faciales hasta los toques sutiles pueden ser parte de todo un juego sexual prohibido. No me refiero a los pervertidos, hablo de las personas normales. Las infidelidades y actos sexuales prohibidos empiezan de esta manera. Todo empieza con el pensamiento, pero si la otra persona da lugar al juego, poco a poco se va transformando en una oportunidad para la práctica. Ya el pecado está activo desde el primer momento de iniciado el juego, pero se consuma con el acto cuando no se toman las medidas del caso (Mt. 5:28-29).

Es bastante común encontrarse con personas no creyentes que pretenderán iniciar un juego sexual, y en ocasiones, los mismos creyentes los inician. Estos juegos sexuales son una presión contra los valores y la santidad del creyente, transformándose en instrumentos del pecado para destruir la vida del creyente.

El creyente debe cuidarse, y escoger con cuidado los amigos, poniéndose a sí mismo límites de conducta y relaciones interpersonales.

Los varones, desde el punto de vista sexual, deben mantener una conducta respetuosa y distante con aquellas mujeres que no son su esposa, evitando amistades o charlas extensas cuando ellas están solas. De la misma manera, las mujeres deben evitar esos contactos extensos con varones que podrían seducirlas y engañarlas. Y del mismo modo, si el creyente lucha con alguna inclinación sexual ilícita, como el homosexualismo, debe evitar un contacto prolongado con aquellas personas que le atraen sexualmente.

Las luchas sexuales no son solamente heterosexuales, sino que pueden ser de muchas índoles. He tenido en consejería a personas jóvenes con problemas de bisexualidad y de homosexualidad. No son practicantes, y ellos mismos saben que es pecado, pero sus pasiones se encienden cuando observan personas que les atraen. Muchos cristianos no solamente sienten la presión, sino que en ocasiones ceden ante ella. He visto hogares gravemente dañados por la infidelidad, o por una aventura homosexual de algún cónyuge; también ha sido doloroso para muchas familias enterarse que uno de sus hijos menores de edad tiene una sexualidad activa en parámetros realmente peligrosos.

Las Presiones Sociales

Actualmente es común hablar de los grupos “diversidad”, que es la forma social para referirse a los homosexuales, travestidos y otras tendencias sexuales. También existe la propagación de la “libertad sexual” que permite el sexo entre personas muy jóvenes. El propio ministro de Educación de Costa Rica dijo en una entrevista que era necesario que los muchachos y muchachas del colegio aprendieran la sexualidad y del placer sexual. Realmente no es necesario que ellos sepan sobre el placer sexual, pero si es necesario que sepan sobre la sexualidad.

Los profilácticos se venden en las pulperías, supermercados y abastecedores junto a los chiclets y los dulces de leche. Los niños crecen viendo esas cajas sugestivas, acostumbrándose a que es “normal” para la sociedad. Vivimos en una sociedad edonista que solamente piensa en su propio placer. Hablar contra esto es ser anticuado o extremista. Como cristianos estamos bajo ataque con la propaganda, la libertad sexual y las conversaciones infructuosas.

La Sociedad es, en todo sentido, una de las mayores presiones contra la santidad de la persona cristiana, y atenta contra la santidad de Dios y su iglesia.

Las Presiones Religiosas

Creo que este factor es uno de los más problemáticos. Cuando los líderes y miembros de iglesia comienzan a juzgar y condenar a los que han pecado, en lugar de guiarlos al arrepentimiento, parece que los empujamos al diablo. Debemos predicar la santidad, la pureza sexual y los valores familiares bíblicos, pero debemos indicarles cómo luchar contra las pasiones carnales. Recuerdo que tenía en casa una perrita doberman pintcher mediana; era muy vivaz y alegre. Pero tenía el problema de introducirse secretamente a casa y acostarse sobre las camas. En varias ocasiones las saqué de la casa a regañadientes y la castigué con un periódico enrollado para que no volviera a hacer su travesura. Pero ella seguía haciendo lo mismo. Entonces la regañaba fuertemente, y ella salía con sus orejas gachas, pero no tardaba mucho cuando volvía a repetir su hazaña. Pude notar que para ella era un reto; entonces tuve que idear otra técnica. No la golpearía de ninguna manera, porque creo que como cristiano debo cuidar y amar los animales (Pr. 12:10). Entonces tuve que aprender a tener las puertas de los cuartos cerradas, y especialmente la de la cocina. Pero esto no sería suficiente si no le suplía su necesidad con algo. Así, comencé a abrir la puerta, y cuando ella entraba, la retiraba con gesto firme. Cierto día, cuando ella quiso entrar, y la miré con el ceño fruncido, ella retrocedió voluntariamente y se sentó a la puerta observándome. Por su actitud, la recompensé con una galletita. Desde entonces no volvió a traspasar la puerta sin permiso, pero siempre espera una galletita por su buena conducta.

Del mismo modo somos los seres humanos; todo aquellos que dejemos debemos suplirlo con algo. Algunas iglesias prohiben las acciones pecaminosas, pero no facilitan ayudas a los creyentes para vencerlas y suplirlas. En lugar de proveer descanso a la presión, les ponen más cargas restrictivas para que no hagan, sin darles el suplemento para suplir la necesidad faltante. La presión acumulada termina regularmente en infidelidad o sexo prematrimonial.

La iglesia debe educar al creyente en la sexualidad, y debe conducirlo a tener una vida de victoria sobre el pecado. Pero debe marcarle claramente las pautas a seguir. Recuerdo que en una iglesia que visité para una clase de teología, el pastor, aconsejando a los jóvenes reunidos sobre la pureza sexual, les decía que se cuidaran de “aquellas cosas que ustedes no deben hacer. Y usted saben con claridad a qué me refiero”. Honestamente ni yo pude saber a qué se refería, y aunque podía percibir que hablaba de un acto sexual, nunca supe cuál. La claridad de las cosas es importante y debemos como creyentes tener amplio conocimiento en las Escrituras al respecto.

Como profesional en computación, he dado mantenimiento de computadoras a creyentes, inconversos y empresas en general. Entre mis trabajos, está la recuperación de datos y el respado de documentos. Éstos se piden “tal cual”, que simplemente es una copia, y otro que es “profesional”, que se rescata por temas. He descubierto que, en un grado algo sorprendente, muchos pastores, evangelistas y férreos defensores de la moral cristiana, tienen pornografía de muchos tipos en sus computadoras. Interesantemente, muchos inconversos no tenía pornografía. Lo más sorprendente, es que me dí cuenta de éstos evangélicos pornográficos porque buscaba confiado, y me sorprendía, con bastante vergüenza, encontrar fotos tan aberrantes, incluso estando ellos presentes. Los inconversos, a excepción de algunos pocos, no tenían pornografía en sus computadoras de trabajo.

La razón es muy básica. Los evangélicos viven bajo presión constante; muchas prohibiciones y nada de explicación y ayuda. He escuchado a personas condenar la Guía Sexual del Gobierno, pero sus iglesias no tienen una guía sexual bíblica. Nunca las iglesias enseñan educación sexual en sus Estudios de Formación. Los chicos se crían con una idea de que el mundo es malo, pero la iglesia buena; el mundo es malo porque enseña la sexualidad, pero la iglesia es buena porque nunca la menciona. Así, llegan a pensar que el sexo y el cuerpo no está bien; el problema es que ese cuerpo y esa sexualidad está presente en ellos, y tiene fuertes connotaciones en sus vidas.

¿Qué podemos hacer?

Regularmente los creyentes preguntamos: “¿Por qué Dios permite que me pasen estas cosas?”. Recuerdo que hace mucho un amigo, que había destruido su hogar, me dijo: “Pienso que Dios me ha abandonado, porque la presión fue tanta, y esa mujer tan insistente, que cedí”. Aunque en aquel momento no supe que responderle, la Escritura siempre tuvo la respuesta.

Creer sinceramente a Dios

Lo primero, cuando un creyente es tentado, es su deber de creerle a Dios. No me refiero a creer superficial o emocionalmente, sino racional y decididamente. ¿Lo que dice Dios en la Biblia es verdad? Quizá responda que sí; si fuera ésta su respuesta, ¿entonces por qué nunca la estudia? Queremos experimentar la fuerza de Dios, pero no queremos estudiar el Libro que nos da esa fuerza.

Cuando me recuperaba de la enfermedad gastrointestinal, un amigo me dijo: “Estás bien flaco; en cambio yo estoy fuerte; mira tu cuerpo, bien delgado; mira mis músculos, fuerte y vigorosos”, señalándome con claridad sus enormes bíceps. Creo que es igual la vida espiritual; un espíritu enfermo está doliente y débil, pero un espíritu bien alimentado está fuerte y saludable. La Biblia menciona muchas veces que la Biblia es nuestro “alimento” (1ª Pedro 2:2; He. 5:12, 14).

Nadie, aunque estudie todos los días las Escrituras estará libre de tentación ni de caída; pero será capaz de enfrentar la tentación y de levantarse si eventualmente cae. Pero no será capaz de estar bien si no cree a Dios. Usted quizá creer que su fe en Dios está bien y muy saludable. Pero es muy sencillo saber qué tan cierto es:

 

¿Cuántas veces ora al día?

¿Lee la Biblia cada día? ¿Y cuántas de esas lecturas las medita?

¿Cuántos mandamientos u ordenanzas del Nuevo Testamento tiene en práctica?

¿Reconoce los apetitos de la carne?

¿Es su actitud hacia el pecado de rechazo, o considera que es fanatismo condenar las actitudes de otros?

 

Estas preguntas están dirigidas a un nacido de nuevo, no a un inconverso.

La única solución a los apetitos de la carne, a las pasiones que tanto nos atraen, esos sentimientos que nos impulsan a hacer lo divinamente prohibido, es la oración, el estudio de las Escrituras y el sometimiento a la voluntad de Dios.

Si no creemos que Dios cumple lo que dice en Su Palabra, nada de lo que digamos de acá en adelante le ayudará realmente. No importa cuantos consejos, cuánta entrega y cuánta consagración tenga; si su fe no descansa en las palabras de Dios, usted no puede salir adelante.

Lea las Escrituras

La Biblia es la fuente de nuestra fe. Sin una lectura diaria y un estudio personal de ella, ningún creyente podrá vencer. Pablo dijo que ella es la fuente de nuestra fe (Ro. 10:17), y que ella es la “espada del Espíritu” (Ef. 6:17). La Escritura es la única arma defensiva que tenemos para vencer los ataques de la carne y del diablo. La oración no es un arma defensiva, sino un medio de ayuda, para pedir ayuda (He. 4:16), y es un excelente medio, pero lo hablaremos luego. Ustede debe empezar a usar más las Escrituras para vencer el temor, la derrota y el pecado que lo acecha. Sin las Escrituras, usted no podrá salir adelante jamás.

En la tentación de Jesús, que se registra en Mateo 4, ¿cómo venció Jesús a Satanás? Utilizando la Palabra de Dios. A cada tentación del diablo Jesús respondía diciendo: “Escrito está”... ¡Tan corta frase y cuán poderosa es! Si confiamos en las palabras de Dios, podremos vencer cualquier obstáculo que se nos interponga, porque vamos con las promesas de Dios.

Las promesas que Dios ha dado a la iglesia están en el Nuevo Testamento. Como cristianos, fundamentamos nuestra fe en el Nuevo Testamento porque es nuestro, es la Gracia divina ofrecida a nosotros. Por eso, cuando luche contra las tentaciones sexuales, emocionales o de otra índole, acuda a las Escrituras. Usted debe creer a Dios y no a sus emociones o sentimientos; solamente la Escritura tiene la verdad.

El Antiguo Testamento es Palabra de Dios y debemos honrarlo, pero debemos siempre tener cuidado al estudiarlo, porque se dirigió al pueblo de Israel. Recuerde que la Escritura dice que hay tres pueblos a la vista de Dios: Israel, los gentiles y la iglesia de Dios (1ª Cor. 10:32), y nosotros somos “iglesia de Dios”, no judíos ni gentiles, por lo que el AT debe ser estudiado con la mentalidad de que se dirigió a los judíos. Le recomiendo que lea el capítulo “Israel, los Gentiles y la Iglesia de Dios”.

La Sagrada Escritura es la única que nos puede santificar, apartándonos de la maldad de nuestra carne. Jesús, en su oración sacerdotal en Getsemaní, le rogó a Su bendito Padre Celestial: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, también los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico á mí mismo, para que también ellos sean santificados en verdad. (Jn. 17:14-19). El Libro Sagrado que tenemos en nuestras casas es la llave de la victoria y de la santificación; debemos acudir a ese libro para encontrar las Palabras de Dios.

Ore fervientemente al Señor

La oración es el medio de pedir ayuda. La Escritura es el arma de ataque, pero la oración es para pedir la ayuda del Señor en nuestras vidas. Cada problema debe ser presentado a Dios en oración, y Él le responderá al estudiar las Escrituras. Pablo dijo:

Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz será con vosotros.  (Filip. 4:6-9)

En este pasaje, el Apóstol Pablo nos dice que debemos presentar a Dios todas nuestras peticiones en “toda-oración y ruego”. Esto significa que no debemos orar una sola vez, o que solamente cuando estamos hincados; Pablo enseña que debemos orar “en toda oración”. La insistencia en la oración nos conduce a la victoria por medio de la respuesta del Creador a nuestro favor.

La oración es la clave para desahogar nuestra ansiedad, y el único medio para derramar nuestra alma ante el Señor; pero la Escritura es el arma de la victoria cristiana. He leído mucho acerca de tantas personas que dicen que la victoria se encuentra en la oración; la oración es un aliciente y es parte esencial de nuestra fe, pero no otorga nada más que un medio para acercarse al Señor. La Escritura, en cambio, provee de victoria real y auténtica cuando la aplicamos a nuestras vidas.

Así, la angustia se le expresa al Señor mediante la oración, y Él nos otorga la victoria mediante la Escritura, Su bendita Palabra. La Escritura nos enseña “que es necesario orar siempre, y no desmayar” (Lc. 18:1). Si tiene luchas con sus pasiones, comience un tiempo de oración con el Señor, y estudie las palabras del Salvador, para que Él le hable y le dé la victoria sobre sus pasiones.

Cante himnos bíblicos

Ya supimos que la Escritura y la oración son claves en la victoria de nuestras pasiones, especialmente, creer firme y decididamente a las palabras de la Biblia. Con la oración expresamos gratitud, angustia o preocupación, según sea el caso que estemos enfrentando. Pero al orar, debemos incluir un ratito de cantar himnos. ¿Cantad usted himnos al Señor? Si es una familia cristiana, ¿cantan al Señor depués de orar y leer las Escrituras? La Biblia nos exhorta a que cantemos cuando tengamos gozo. En Santiago 5:13 leemos: “¿Está alguno entre vosotros afligido? haga oración. ¿Está alguno alegre? cante salmos”. El himnario que tenían los primeros cristianos era el Libro de los Salmos; ellos los cantaban. Jesús cantaba de estos salmos (Mt. 26:30; Mr. 14:26). Nosotros no pudimos tener esas hermosas melodías, pero tenemos los salmos en la Biblia.

El Señor, en su misericordia, nos ha otorgado hermosos salmos que cantamos en nuestra iglesia. Todos están reunidos en nuestro himnario “Alabanzas al Creador”, y cada uno de ellos está escrito con sentido, doctrina, fe y mucha Biblia. Son el resultado de mucha entrega al estudio de las Escrituras y a la oración. Por ejemplo, el himno “Tentado, no cedas”, es un hermoso salmo que nos anima a no ceder ante la tentación y seguir firmes en la fe del Salvador. Cuando oramos al Señor, debemos cantar, y el himnario será un compañero leal para esos momentos.

Sin embargo, alguno me dirá: “Pero Santiago dice que debemos cantar si estamos ‘alegres’, no cuando estemos tristes”. Es verdad, pero hace un llamado a orar si estamos enfermos o afligidos. Y al llegar a esta parte, recordamos la otra Escritura que dice debemos “gozarnos en el Señor siempre” (Fil. 4:4). Ahora, si debemos gozarnos doblemente ante el Señor SIEMPRE, entonces debemos cantarle SIEMPRE. El gozo cristiano no es una alegría pasajera, es una actitud permanente que descansa en las promesas de la Biblia.

Así, no debe olvidar cantar cuando es tentado, o cuando la pasión quiere dominarle; debe luchar contra ella; debe dominarla.

Huya de las malas compañías

Aunque creer firmemente a Dios, estudiar la Biblia, orar y cantar himnos es efectivo, cada creyente debe aprender a escoger sus amigos. No estoy diciendo que se vuelva ermitaño y huya a una montaña; ni tampoco que abandone a sus amigos de ahora; sino que comience a controlar el tiempo que está con ellos.

La Escritura dice: “No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen á Dios: para vergüenza vuestra hablo” (1ª Cor. 15:33-34). Pablo dice que “las malas conversaciones”, obviamente, aquellas que se hacen con otras personas que están dispuestas a usar las malas palabras o incentivar con palabras los actos sexuales, viciosos o destructivos que son ilícitos. Unirse con amigos que solamente hablan cosas malas, es conducirnos por el mismo camino. De nada sirve orar y leer la Biblia si seguimos compartiendo y teniendo una comunión sin límites con los inconversos.

Veamos algunos ejemplos. En Efesios 5:3-20 leemos:

Pero fornicación y toda inmundicia, ó avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene á santos; Ni palabras torpes, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen; sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, ó inmundo, ó avaro, que es servidor de ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis pues aparceros con ellos; Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz, (Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad;) Aprobando lo que es agradable al Señor. Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas. Porque torpe cosa es aun hablar de lo que ellos hacen en oculto. Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la luz; porque lo que manifiesta todo, la luz es. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; no como necios, mas como sabios; Redimiendo el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis imprudentes, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu; Hablando entre vosotros con salmos, y con himnos, y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; Dando gracias siempre de todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

En este pasaje encontramos muchas cosas que no debemos hablar  como cristianos.

En el versículo 3 se mencionan la “Fornicación e Inmundicia”. La fornicación es cualquier acto sexual ilícito entre no casados, mientras que la inmundicia es cualquier tipo de impureza física o moral; tiene una referencia a la concupiscencia, al apetito carnal. Pablo dice que “ni aún se nombre”. Pensemos bien cuando hablamos de las infidelidades de otros y comenzamos a hablar de los pecados que otros cometen.

En el versículo 4 se habla de “Palabras torpes, necedades y truanerías”. Las palabras torpes son aquellas conversaciones obsenas, de chistes sucios y morbosos. Las necedades son las palabras insulsas, estúpidas, sin haberlas pensado mucho, que surgen cuando se hacen chistes sexuales o de ofensa a otros. Y las truhanerías son los chiste obscenos, cargados de doble sentido pecaminoso y perverso. Pablo dice que un creyente no debe hablar estas cosas, sino “acciones de gracias”. ¿Será acaso que somos fuertemente tentados porque nos gusta jugar con las pasiones hablando obscenidades con amigos no creyentes?

El versículo 5 nos hace un llamado a considerar nuestra forma de hablar, porque esa forma de hablar corresponde a los perdidos, no a los salvados.

El versículo 6 es muy significativo para nosotros los creyentes. ¿Por qué causa viene la ira de Dios sobre los malos? Por hablar y hacer estas cosas perversas. ¿Recuerdan que dijo Jesús en Mateo 12:34? Si como creyentes nos recreamos con las malas conversaciones, ¿qué tenemos en el corazón? ¿Cómo un nacido de nuevo puede recrearse en la maldad del mundo?

El versículo 7 dice que no debemos ser “aparceros” con ellos. La palabra griega significa “participar activamente con”, es decir, compartir lo que ellos hacen. La RV60 traduce “partícipes”, y es correcto, ya que al hablar obscenidades y toda clase de chistes sucios, nos hacemos partes de ellos y, en este sentido, podemos sufrir la disciplina del Señor por nuestro pecado.

En los versículos 8 al 10 nos dice cómo debemos actuar como cristianos, siguiendo al Espíritu para comprobar cuál es la voluntad del Señor. Así, ya los versículos 11-20 nos dicen que debemos “reprender” las acciones malas de los impíos, y debemos “huir” de los ebrios... supliendo cada cosa mala con las promesas y verdad del Evangelio de Cristo.

Si una persona lucha con sus pasiones, ¿cómo vencerá si sigue detrás de quienes las practican? Si la pasión es sexual, ¿por qué sigue reuniéndose con aquellos que las practican y las conscienten? Y si la pasión es el licor, el fumado o cualquier otra droga, ¿por qué sigue teniendo contacto con sus malos compañeros que lo conducen cada vez a caer en lo que está destruyendo su vida? Un nacido de nuevo debe huir de esas cosas, alejarse completamente de ellas.

Haga un pacto con su corazón

Quiero terminar esta parte con un versículo muy interesante: “HICE pacto con mis ojos: ¿Cómo pues había yo de pensar en virgen?” (Job 31:1). Job fue fiel a su esposa porque creía a Dios, y por ello, hizo un pacto con sus ojos, de ser fiel. La fidelidad es una decisión del alma, no un deseo del corazón.

Para vencer la tentación sexual, o la tentación de algún vicio, se debe reconocer la necesidad de ayuda. Cuando acudimos al Señor en oración, estudio de la Palabra y alabanza, entonces debemos hacer un pacto con nosotros mismos, de esforzarnos por vencer la tentación y sacarla de nuestra vida. Esto no significa comenzar a luchar contra la tentación así como así... sino que es comenzar a rellenar los espacios vacíos del ser con la Biblia, e ir sustituyendo todas esas inclinaciones con la palabra de Cristo.

Observe el versículo de Job 31:1; donde Job hace un pacto para no pensar en mujeres. Jesús dijo que el adulterio nace cuando una persona mira a otra para codiciarla en su corazón (Mt. 5:28). El adulterio físico es la consecuencia del adulterio mental. Ninguna persona podría ser adúltero si primero no cultiva y desarrolla esa mentalidad promiscua. La pornografía, la observancia de partes íntimas y las “bromas de doble sentido” con otras personas, inducen y provocan el pecado sexual.

Como creyentes, debemos hacer un pacto con nosotros mismos y comenzar a dominar nuestros pensamientos. No seamos hipócritas con nosotros mismos; una cosa es ocultar a otros lo que realmente hay en nuestra mente, y otra muy distinta aceptar nuestros propios pecados. Sé que todos los varones sufrimos grandemente con nuestra mente; se dedica casi siempre a pensar en el sexo y en aquellas personas que nos gustan físicamente. Las damas de la misma manera, son inducidas a la infidelidad y al pecado sexual. Como varones, debemos comenzar a dominar nuestra mente, porque es ella la que nos conduce a la práctica, y las damas deben comenzar a dominar sus emociones. El pensamiento, si no se domina, puede destruirnos, y de la misma manera las emociones. No le estoy diciendo que podrá dejar de pensar en el sexo o que no tendrá emociones sexuales; sinceramente, ¡nunca podrá dejar de hacerlo! Y no es malo que piense en el sexo, siempre y cuando lo haga en el marco de la verdad de Dios. Un esposo puede desear y amar a su esposa intensamente; nada de malo hay en que desee a su propia esposa; esa es la intención de Dios al crear el matrimonio (Gn. 3:16). Pero es extremadamente pecaminoso que desee y se enamore de quien no es su esposa, teniendo a la suya a la par. Eso pasa en cualquier género. El Cantar de los Cantares es el libro más sexual de la Biblia, y se dedica al matrimonio; del mismo modo, muchos otros pasajes hablan de la vida sexual sana y aceptable dentro del marco conyugal.

Si la mujer desea a otro varón que no es su esposo, peca; o si se desea a una persona cercana o lejana. No es bueno que el creyente tenga “amores platónicos”. Cuando un creyente le gusta y habla sensualmente de un artista, o de un conocido lejano, o cualquier otra persona que no es su esposa, peca, porque ha “pensado” sexualmente en esa persona.

 

¿Quieres vencer la tentación de las pasiones? Acuda a Cristo, y pídale el poder de controlar sus pasiones y encaminarlas adecuadamente a aquella persona que Él ha llamado y traído a su vida para que sea su cónyuge. Ame a aquel o aquella a quien Cristo le dio por compañero matrimonial, porque estará con usted toda la vida. Luche contra las inclinaciones pecaminosas, nutriendo su mente con la Palabra de Dios, con lo que realmente edificará su vida (Filipenses 4:8-9).

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