Con Génesis comienza también la progresiva auto-revelación de Dios que culmina en Cristo. Los tres nombres principales de la Deidad, Elohim, Jehová y Adonai, así como los cinco nombres compuestos más sobresalientes de Dios, se menciona en el Génesis, y esto sucede en una revelación progresiva ordenada, que no puede cambiarse sin llegar a confusión.
El problema del pecado que afecta la condición del hombre en la tierra y su relación con Dios, así como la solución divina hacia este problema, se detallan esencialmente aquí. De los ocho convenios (pactos) especiales que condicionan la vida humana con la redención divina, cuatro se encuentran en este libro (el Pacto edénico y los acordados con Adán, Noé y Abraham). Éstos son los convenios fundamentales al cual, los otros cuatro pactos (el mosaico, palestino, davídico, y el Nuevo Pacto), están relacionados principalmente como un desarrollo o ampliación.
El Génesis forma la estructura misma del Nuevo Testamento, porque se cita más de sesenta veces en diecisiete libros. En un sentido profundo, por lo tanto, los orígenes de toda la revelación siguiente se plantan profundamente en el Génesis, y el que verdaderamente desea comprender la revelación divina, debe comenzar aquí.
La inspiración del Génesis y el carácter propio como una revelación divina es autenticado por el mismo testimonio de Cristo (Mateo 19:4-6; 24:37-39, Marcos 10:4-9, Lucas 11:49-51, Lucas 17:26 -29 Lucas 17:32, Juan 1:5; 7:21-23; Juan 8:44 Juan 8:56).
Génesis tiene cinco divisiones principales:
- Creación (1:1-2:25)
- La caída y la redención (3:1-4,7).
- Las simientes diversas, Caín y Seth, hasta el Diluvio (4:08-7:24).
- Desde el diluvio hasta Babel (08:01-11:09).
- Desde el llamamiento de Abram hasta la muerte de José (11:10-32:26).
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