- La disciplina en la iglesia es necesaria, y no es una opción. Todas las iglesias deben tener un procedimiento disciplinario (Hebreos 12:3-11).
- La disciplina debe ser aplicada según el debido proceso enseñado por Jesús en Mateo 18:15-17. No es una opción "olvidar todo" si el pecador no se quiere arrepentir. El pecador que no quiere arrepentirse debe ser expulsado de la iglesia al seguir el debido proceso. Este proceso requiere la presencia de testigos y la denuncia pública delante de la iglesia para la expulsión (1ª Tim. 5:19-20).
- La disciplina no aplica a cuestiones pequeñas que no requieren de una intervención mayor. La disciplina debe ser aplicada solamente a los pecados claramente señalados en las Escrituras para tal fin (2ª Timoteo 2:23).
- Cuando se aplica la disciplina no es un rechazo al pecador. Se debe respetar y amar a quien es disciplinado. Nunca se debe rechazar o ridiculizar. La disciplina no es un castigo, sino un medio para evitar el castigo. La disciplina es una reprensión y guía planificada para restaurar al pecador (1º Ti. 5:1; 2ª Tesa. 3:14-15; Gál. 6:1; 2ª Ti. 2:24-26).
- La iglesia no puede permitir que el pecado continuo de un creyente se mantenga dentro de la iglesia, y por ello, es necesario la expulsión o entrega a Satanás (1ª Cor. 5:1-9). Esto aplica para creyentes, y no impide que se asocie con inconversos para ganarlos para el Señor (1ª Cor. 5:10). Lo que sí se prohibe es mantener una comunión con los pecadores a un nivel de hermanos, por lo que la iglesia no puede tolerar que vivan dentro de la congregación personas con pecados y vida pecaminosa seria (1ª Cor. 5:11-13).
- Si una persona que ha sido entregada a Satanás (es decir, por la cual ya no se ora ni se pide, sino solo se deja en la voluntad del Señor, 1 Juan 5:16), se arrepiente de su pecado y vuelve al Señor, la iglesia debe recibirlo con espíritu de perdón y restauración, siendo colocado en plena comunión con la iglesia del Señor (2ª Cor. 2:6-8).
- La disciplina procura restaurar al pecador, pero no asegura que Dios le castigue. Las consecuencias del pecado no pueden ser eliminadas por la iglesia (cf. 2º Sam. 12-1-15).
Algunas aplicaciones prácticas:
1. Si un hermano fuma, se le debe ayudar a vencer su pecado, pero no es un pecado que requiera de una disciplina de expulsión si es un adicto que está decididamente a luchar por dejar el cigarrillo. Sin embargo, cuando él no quiere dejar de fumar, entonces se deben tomar otras medidas más severas, como la expulsión.
2. Si un hermano cae en pecado de fornicación, debe ser llamado y reprendido. Así, se le establece una disciplina. Si se arrepiente, entonces se inicia el proceso de restauración. Si no se arrepiente y continua con su pecado, se debe aplicar el debido proceso de la iglesia.
3. Si un creyente se declara homosexual, entonces debe ser disciplinado, retirado de todo cargo. Si se arrepiente, se debe poner a prueba. Si continua con su pecado, debe ser sometido al debido proceso. Esto debido a que la Biblia declara que el pecado del homosexualismo es un pecado execrable.