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El Apóstola san Pablo nos habla, en 1ª Corintios 11, del valor de la Cena del Señor, y la manera correcta en que debemos cerebrarla. Las grandes iglesias institucionalizadas le llaman "Comunión" o "Eucaristía". Las Asambleas de Hermanos le llamamos "Cena del Señor", tal como aparece en español.

La Cena del Señor recibió el nombre de "Santa Cena" por las razones simbólicas de la misma, ya que cada elemento representa la Sangre y el Cuerpo del Señor. Ciertamente su simbolismo es extremadamente alto y significativo como para tenerlo en poca o ninguna estima. Muchas iglesias ni siquiera celebran la Cena con la iglesia. El catolicismo lo instituyó como un ritual seco sin sentido, que pasó como herencia a muchas iglesias reformadas. Pero la Cena del Señor, desde la perspectiva bíblica, es una Cena significativa, completa y espiritual. Era parte de una actividad donde había literalmente una cena con toda la iglesia, y no solamente un "repartimiento del pan". Aunque la parte esencial y significativa de la Cena es el "partimiento del pan", es claramente identificable en las Escrituras que era acompañada de un agapé, es decir, de una cena fraternal donde participaban todos los creyentes. 

La Cena del Señor en el Nuevo Testamento

La Cena del Señor aparece en las Escrituras como parte de una celebración solemne que se acompañaba con comida. Es realmente imposible estudiar las Epístolas y el Libro de los Hechos sin llegar a una conclusión básica: La Cena del Señor era realmente una Cena. Pero no era una actividad impropia o impuesta por la iglesia naciente, sino que era una experiencia normal de los seguidores de Jesús. Tanto por su trasfondo judío, donde se celebraba la Pascual anual, y otras fiestas solemnes, los discípulos del Gran Maestro aprendieron a compartir como parte de una nueva familia.

Sin embargo, cuando el Señor ya iba a la cruz, la última Cena resultó profundamente significativa, pues, Sus palabras reflejaban el inmenso amor que Él demostraba por el mundo: "Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dió á sus discípulos, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo. Y tomando el vaso, y hechas gracias, les dió, diciendo: Bebed de él todos; Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados. Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. Y habiendo cantado el himno, salieron al monte de las Olivas" (Mt. 26:26-30). Así fue como los primeros cristianos tomaron esta última cena como el modelo para las siguientes reuniones de partimiento del pan, celebrándola cada domingo: "Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunión, y en el partimiento del pan, y en las oraciones" (Hch. 2:42). Pero no solamente era una cena que se celebraba en el templo, sino "por las casas" (Hch 2:46, 47).

Esto fue espontáneo y natural en las iglesias nacidas con la dirección apostólica, y llegó a ser una costumbre dominical de todas las demás iglesias del Señor que iban siendo fundadas por los Apóstoles y los Pastores-Maestros. Sin embargo, no siempre resultó bien la celebración en aquellas iglesias con poco contacto doctrinal y apostólico, como se refleja en 1ª Corintios 11:28-34, porque se había convertido en un evento competitivo entre los miembros, e incluso era un tipo de fiesta donde se satisfacía el primero que llegaba, mientras que los últimos hasta quedaban con hambre. Esto indignó al Apóstol, y por inspiración del Espíritu Santo escribió las reglas de cómo debía celebrarse la Cena del Señor:

  • Debía tomarse dignamente. Debido a que era un recordatorio de la muerte del Señor, específicamente de Su sangre y de su cuerpo, los corintios la tomaban indignamente al celebrarla egoístamente (11:27). Debín discernir el cuerpo y la sangre del Señor, es decir, tomarla con la solemnidad que corresponde al recordatorio de la muerte del Salvador en la cruz por nuestros pecados. Pablo está diciendo que es una actividad santa, consagrada a celebrar la muerte de  Cristo.
  • La parte más importante de la Cena del Señor no era comer y llenarse, sino celebrar solemnemente el partimiento del pan y la compartición de la copa. Por esta razón nosotros celebramos esta Cena utilizando solamente el pan y el jugo de la vid como símbolo, en una celebración solemne, llena de devoción y entrega al Señor, la cual llamamos "Santa Cena", con el sentido de que es una celebración santa, dedicada al Señor.
  • Algunas iglesias adoptaron la forma de celebrar la cena dirigida por los ancianos o diáconos, aunque puede ser compartida por hermanos varones de fe y buen testimonio. Además, podemos participar de una cena real, ya sea antes o después del partimiento del pan y la compartición de la copa.
  • Debe ser celebrada recordando la última cena del Salvador, por lo que el uso de Sus palabras son requisito en cada cena del Señor, como señala Pablo: "Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fué entregado, tomó pan; Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo que por vosotros es partido: haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre: haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí. Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga" (1ª Cor. 11:23-26). Esta es la razón de recitar estas palabras cada domingo en la Cena del Señor.
  • Debe hacerse "para la gloria de Dios". Pablo señala que "Si pues coméis, ó bebéis, ó hacéis otra cosa, haced lo todo á gloria de Dios" (1ª Cor. 10:31). Esto significa, que debe celebrarse de la manera indicada, en plena comunión con Cristo.
  • Debe ser tomada con un corazón arrepentido. Pablo, en 1ª Corintios 11:27-34, deja claramente que la cena del Señor debe ser celebrada por creyentes que no estén en pecado o disciplina. Una celebración de la Cena del Señor en pecado o disciplina podría acarrear el juicio de Dios sobre esa persona salvada. Observe los elementos descritos por Pablo: 1) Se debe celebrar discerniendo el cuerpo y la sangre del Señor (v. 27). De no tomarla de esta manera, se considera "culpable" del cuerpo y la sangre del Señor.  2) Debe celebrarse con un autoexámen antes de tomar la cena del Señor (v. 28). Esto da como requisito que se debe dar un tiempo prudencial para que el creyente confiese sus pecados y se ponga a cuentas con Dios. De no hacerlo así, el creyente está buscándose el juicio del Señor (v. 29), que puede resultar en enfermedad y muerte (v. 30). 3) Debe ser celebrado para la edificación y esperanza de la vuelta del Señor (v. 32-34).
  • Un punto muy importante es que la cena se celebra para "anunciar la muerte del Señor" (v. 26). Esto significa que es un elemento de esperanza en la iglesia remanente y es un "medio evangelizador". Aunque los inconversos y los disciplinados no pueden o deben tomar la cena, puedan estar presentes durante ella, y experimentar así la unidad del cuerpo de Cristo y la esperanza cristiana de su pronta venida, y de su sacrificio en la cruz que redime de pecado al mundo.

¿Cómo debe celebrarse en nuestras Asambleas?

Existen formas de celebrar la cena del Señor. Las Asambleas de Hermanos la han celebrado regularmente reunidos alrededor de una mesa, tal y como John Darby la experimentó cuando comenzó a reunirse con la iglesia del Señor "reunidos solo al Nombre de Jesús". Sin embargo, ésta práctica se hacía realmente difícil en las iglesias norteamericanas que tenían cientos o quizá miles de asistentes, por lo que se comenzó a practicar el repartimiento del pan y de la copa por los ancianos, dejando a los miembros sentados en sus bancas, cada anciano recorría las mismas repartiendo el pan a los creyentes.

Nuestra iglesia practica el partimiento del pan y la compartición de la copa de una manera similar, enfocando todo el culto a la actividad desde el principio. Al final del Servicio del Partimiento del Pan, los ancianos reunidos bendicen, junto con la congregación, la Cena del Señor, y se reparte el pan y el jugo de la vid entre los creyentes. Luego, el anciano representante dirigue a la congregación en la oración de "confesión personal", para luego comer el pan y beber el vino de la vid.

Algunas iglesias celebran la Cena del Señor cada mes; otras lo celebran cada domingo. Recomendamos siempre el apego y obediencia a las Escrituras, de celebrarla cada domingo.

La Cena solamente debe ser administrada por varones; cuando la congregación está formada mayormente por damas, se debe celebrar a la mesa, siendo dirigida por el varón creyente de la iglesia. Y en el caso de no haber ancianos, por el varón de buen testimonio de la congregación.

Un ejemplo de nuestro orden de cena del Señor es el siguiente:

  1. Inicio de Servicio Dominical, empezando con una lectura correspondiente a la muerte del Señor, y una oración.
  2. Cuatro himnos sobre la muerte y resurrección del Salvador.
  3. Lectura Bíblica sobre la segunda venida de Cristo.
  4. Himno sobre la Segunda Venida de Cristo.
  5. Oración por los enfermos y debilitados, así como por los hermanos que están en disciplina.
  6. Tres Himnos sobre la sangre y el cuerpo del Señor.
  7. Estudio Bíblico enfocado en la santidad y el valor de la Sangre de Cristo, que sea abierto.
  8. Repartimiento del Pan y del Vino, permitiendo que se elija un himno por la congregación.
  9. Oración de Acción de Gracias por la preciosa sangre, su resurrección y pronta venida.
  10. Dos himnos de despedida a petición de la congregación.
  11. Pase a la Cena o Agapé Cristiano.

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