La Importancia de la Música Congregacional

Algunas iglesias suprimen absolutamente cualquier instrumento, mientras otras se exceden en el uso de instrumentos dentro de los recintos de reunión. La música define la forma en que nos acercamos a Dios y le adoramos a Él. Música no siempre es sinónimo de instrumentos, ya que podemos hacer música con nuestra voz. La melodía, propia del canto humano, es una forma anhelada y aceptada por Dios para Su adoración. Cada himno cantado y cada instrumento usado puede promover la adoración o suprimirla definitivamente.

Un himno bien cantado produce un sentir interno que difícilmente se puede comparar con la emoción; pero un himno mal cantado puede producir el más profundo rechazo a su siguiente entonación. Cuando el instrumento no acompaña el canto, sino que lo supera, se produce un borbotar de emociones que terminan en un hedonismo egoista en cada culto, al punto de que, si no se utiliza determinado instrumento o grupo musical, no se considera de "bendición" el servicio.

Cuando nos señalan de que el "himno" es muerto, aburrido y sin espiritualidad, lo que realmente están diciendo es que el himno no es "ni emocional ni con sensaciones placenteras" que beneficien egoístamente al "bendecido". La adoración a Dios es un proceso interno, no externo, que alcanza la parte externa con una significacia profunda y un sentimiento del espíritu, más que del alma.

La música cristiana se expresa a un Ser que está fuera de nosotros y que nos habita por Su Espíritu, pero que demanda la aceptación de Su grandeza, majestad y poder. No es un ser dentro de nosotros como se ha procurado transmitir en algunos cultos, donde con expresiones evangélicas conducen a la gente a la concepción de un dios impersonal, que se manifiesta en las diferentes religiones. El Dios de las Escrituras es un Rey (Sal. 24), quien por Su esencia y naturaleza absolutamente ajenas a nosotros, demanda y exige una adoración enfocada en Él, y no en nosotros mismos (Is. 43:21). El Señor Jehová, quien es el mismo Jesucristo, exige de nosotros una negación de lo que somos, de lo que anhelamos y de lo que nos satisface, para hacer aquello que exalta, glorifica y eleva solamente a Dios (Luc. 9:23). No es una búsqueda de bendiciones lo que Él demanda, sino una entrega de sacrificios de alabanza (Heb. 13:15), lo que significa que cada celebración cúltica en la Asamblea está enfocada en adorarlo a Él, darle alabanza a Su Nombre y honrarlo como el Señor y Salvador que es, sin búsqueda de recibir de Él nada a cambio, sino solamente la aceptación del humilde sacrificio de adoración elevado en honor a Su Nombre.

Ya sea acompañado de un instrumento o simplemente el sonar de la voz del redimido, la alabanzas debe ser ofrecida en completa armonía con el Espíritu de Dios, donde solamente Jesús recibe adoración (Juan 4:23-24). Esperar que el culto sea "bendecido", o esperar "recibir de Dios una bendición", no es adoración, sino demanda. La adoración es ofrecer, sin esperar a cambio nada, aquel pedido soberano que fue establecido por el Sublime.

Cuando comprendemos que Dios no es uno más, ni que está siendo manipulado por nosotros (como algunos cantan: "Fe mueve la mano de Dios"), sino que es el fundamento de nuestra fe, la base misma de nuestra existencia, el Eterno Alfa y Omega, la adoración fluye con o sin instrumentos, la alabanza se le ofrece, no con emoción y sentimientos, sino con sinceridad y entrega. Los sentimiento, albergados al alma, son encaminados para honrarlo a Él, y no para satisfacernos a nosotros mismos.

La teología del canto

Otro problema que surge en relación al canto, es la pobreza teológica que acompaña a los cantos cristianos. Algunos himnos, con teología falsa o débil, no escapan a esta problemática, porque conducen erróneamente al adorador a decir lo que realmente no se cree, y a formar en los nuevos condiciones teológicas inadecuadas. Un ejemplo es el cambio de letra que ocurre en muchos cantos evangélicos para ser adoptados a las normas de determinada secta. El hermoso himno "La Semana ya Pasó", por ejemplo, pierde su realidad cristiana cuando se le cambia a "Día santo del Señor", para enfatizar la observancia del Sábado.

Del mismo modo, cantos modernos como "Remonlineando", que toman una etapa vergonzosa y descuida del rey David, para convertirlo en un himno de orgullo al desorden y la rebeldía. La falta de comprensión del canto "Señor llévame a tus atrios", que conduce al cristiano a judaizar y anhelar aquellas figuras pasadas del Antiguo Testamento, y deshechar las glorias futuras que ellas pretenden mostrar. Actualmente, las iglesias son casi judías, con cantos y melodía judaica, y con bailes y coreografías del mesianismo americano. Lo único que les está quedando de cristianas a estas reuniones es el nombre, aunque poco a poco lo van perdiendo.

En nuestro país, cerca de nuestra ciudad, en una pequeña ciudad al noroeste de Cartago, una iglesia cristiana se convirtió completamente en una iglesia "judía", pues, incluso comenzaron a usar indumentaria judía, específicamente, del judaísmo mesiánico americano dirigido, similar a Michael Rood. Los mesiánicos no son cristianos, y su nombre lo define claramente. De hecho, la mayoría de mesiánicos rechazan la revelación del NT y asumen que el AT sigue siendo vigente en nuestra dispensación. Véase "mesianismo".

El nuevo concepto de canto cristiano está totalmente amoldado a la forma de "imparcialidad". Un canto de un artista cristiano se le puede entonar a "dios" o a la novia o novio, ya que no menciona nombres, sino solamente características loables de una persona. Las diferentes corrientes cristianas han ido en un desarrollo de la música cristiana contemporánea, y la han dotado de una impersonalidad que permite su uso en cualquier circunstancia y doctrina. Ya no hay definición exacta de la doctrina.

El esfuerzo general es hacer desaparecer el cristianismo auténtico y reflejar un cristianismo ecuménico, tolerante, apto para todos y cada uno de los seres humanos, sin solicitarle un cambio de vida. Cantos que promueven buscar a Dios, y que motivan a hacer el bien para alcanzar el cielo, dejan de lado la conversión, el arrepentimiento de los pecados y el reconocimiento de la justa condena por nuestros pecados. 

Un regreso a Israel

Otro problema con la alabanza cristiana moderna es que, en casi toda la medida, es un regreso al judaismo. Personajes como Michael Rood abocan y promueven abiertamente un regreso a las bases del judaísmo en contra de la clara enseñanza de Pablo en el Nuevo Testamento (cf. Gálatas 5:1-3). Cada vez más los cantos se llenan de expresiones hebreas y rasgos judaicos, en un intento de revitalizar el espíritu muerto de tantos cristianos contemporáneos. Las promesas dadas a Israel son ofrecidas en cantos a la iglesia, y en este sentido, son rechazadas las profecías que le prometen literalmente a Israel un Rey y un Reino.

El mesianismo es una doctrina judía, y por tanto, se esforzara por apartar de la fe cristiana a todos cuanto pueda, enseñando incluso falsamente sobre el Nombre divino.